Dentro de las nueve especies que hay de Agapornis, el de Taranta es uno de los más queridos y sin lugar a dudas una de las mejores especies que puede uno criar si está pensando en tener una de estas aves en casa.
¿Cuándo surgió el agapornis taranta?
El agapornis de taranta, también conocido como agapornis abisinia, fue descubierto en 1.814 en una región de Etiopia, de la que es originario. Es una de las más resistentes, ya que puede llegar a vivir en alturas de hasta 3.000 metros.
Aunque es una especie que muchos criadores quieren tener, en realidad hay muy poca información sobre esta ave y esto hace que apenas se importen. Algunos países, como Etiopía que es de donde son originarios, ha prohibido su exportación con el fin de evitar la extinción de un ave que muy pocos saben como cuidar correctamente.
¿Cómo es el agapornis taranta?
Es un agapornis de tamaño medio que mide alrededor de 17 centímetros del pico a la cola y su peso puede llegar a alcanzar los 75 gramos. A pesar de ser animales que viven en zonas tan altas, poseen el encanto y el carácter dócil y tranquilo del resto de sus parientes de esta raza. Al contrario que con otras de las especies de agapornis, no se le conocen subespecies.
El color de su plumaje suele ser de un tono verde intenso, salvo la cabeza, las bridas y la cara que tienen un tono rojizo. En el pecho, el abdomen y la infracorbetera el color verde es un poco más pálido, y las infracoberteras de las alas y las plumas remeras son de color negro. Su pico es de color rojo, mientras que su iris es de un tono marrón oscuro y las patas suelen tener una tonalidad gris. Al contacto, sus plumas son bastante suaves, por lo que es muy agradable acariciar a esta ave.
No es tan difícil diferenciar al macho de la hembra, ya que esta presenta un dimorfismo sexual. La diferencia se encuentra en la cabeza, las bridas y la zona de la cara que son de color verde, como las infracoberteras de las alas, mientras que en el macho son de un tono rojizo. Esto hace que sea bastante fácil distinguirlos, incluso cuando son jóvenes.
En el caso de las crías, estas aves se parecen mucho a las hembras, pero según van creciendo el color rojizo de la cara y de la cabeza va apareciendo poco a poco. Para saber cuando son jóvenes si es macho o hembra, se miran las infracoberteras de las alas, las cuáles se van volviendo negras cuando alcanzan los cuatro meses de edad. En algunos casos se les puede distinguir cuando son más pequeños porque comienzan a aparecer plumas rojas en la frente.
¿Es difícil de criar?
Aunque hoy en día es bastante difícil encontrar un agapornis taranta no resulta del todo imposible ya que hay muchos criadores que han logrado expandir su crianza por el continente europeo.
Al principio es un ave que puede ser bastante tímido, pero cuando no está siendo observado es muy activo. Poco a poco se va acostumbrando al contacto humano y no será muy difícil sacarlo de su jaula. En el caso de importarlo desde el extranjero hay que tener mucho cuidado, ay que son aves muy susceptibles de coger infecciones, por esta razón en el agua hay que suministrarles vitamina C. Además, es un pájaro al que le gusta roer la madera, por lo que hay que darle algunas ramas de fruta para que se entretenga.
A la hora de alojar a esta ave lo ideal es que sea por parejas, ya que a pesar de ser un animal cariñoso es agresivo con otras especies. El viario debería ser de 2x1x2 metros más o menos en el caso de que vayan a ser dos aves de este tipo, la mitad si solo va a ser uno. En la jaula debería tener dos cajas nido, para que así pueda escoger la que más les guste y se sientan cómodos dentro de ella.
La alimentación es la clave para mantener vivo a esta raza. Según los criadores expertos en esta, su alimentación debe estar compuesta por una combinación de semillas de mijo, mixtura de canario, semillas de girasol y cáñamo. También es bueno añadir un poco de mijo de rama y, de vez en cuando, brotes de hierbas. En gran abundancia tendrán que comer piezas de frutas, verduras y hortalizas para recibir todas las vitaminas y minerales que necesitan para sobrevivir.
Aunque no es una especie que resulte difícil conseguir que críen, si que lo es más que otras razas e agapornis. La pareja tiene que estar juntos en el aviario desde el comienzo, para así lograr que haya una conexión entre ambos. No es recomendable intentar combinar al macho con diferentes parejas, ya que es un ave muy cariñosa con su pareja y al no tener a esta se sentirá triste aunque haya otra que la consuele. Si se consigue, en cada puesta habrán de tres a cinco huevos y tras 24 días nacerán los polluelos.