¿Quién no ha querido tener en algún momento un agapornis en su casa? Es una difícil decisión escoger uno solo, pero sin lugar a dudas, el agapornis lilianae debería ser uno de los que tendrían que estar entre las primeras opciones.
Un ave muy estudiada
No hay muchos datos sobre el origen de esta especie, aunque bien podría ser una mutación del agapornis fischeri, ave con la que es normalmente muy confundida por algunas semejanzas que tiene.
Principal se encuentra en África oriental, especialmente en el sur de Tanzania, en Malaui y al noroeste de Mozambique. Es un ave muy estudiada por el Research Project dirigido por la Universidad de KwaZulu-Natal, con el fin de poder entender mejor su ecología y conservación. Debido a las explotaciones agrícolas casi ha perdido su hábitat y ahora viven en los Parques Nacionales, en las que se encuentran protegidas.
Se le puede diferencia de uno de sus parientes por algunas características
El agapornis lilian es muy común que sea confundido por el agapornis fischeri, ya que suelen medir igual: 14 centímetros y su peso oscila por los 50 gramos más o menos, aunque puede llegar a pesar 60 en algunas variantes que han mutado y son un poco más grandes.
Sin embargo, tiene algunas características que le hacen fácil de diferenciar. Por ejemplo se encuentra la máscara rojiza con un ligero tono anaranjado que tiene en la cabeza, además de que en la zona del vientre no tiene el tono azul que caracteriza al fischeri.
Lo normal es que el color de su cuerpo sea de un tono verde brillante, mientras que las alas presentarán una tonalidad verde oliva y su pecho un tono verdoso pero amarillento. El anillo de su ojo está bien marcado y es de una tonalidad blanca, mientras que su pico es de color roo y las patas tienen un tono grisáceo.
Aunque estos sean sus colores comunes, debido a las mutaciones hay algunos ejemplares que pueden presentar un plumaje de color azul, con el pecho de un tono grisáceo o azul pálido y la cabeza negra, también muy común en las pajarerías.
Saber la edad de un agapornis es muy sencillo, puesto que los ejemplares jóvenes tienen colores más apagados y el pico de un tono más oscuro. Sin embargo, diferenciar a la hembra del macho no es tan sencillo, ya que no presentan dimorfismo sexual. Al igual que con otras especies, la única forma de diferenciarlos es con los huesos de la pelvis, que los tiene más separados para la puesta.
En lo referente a su carácter, es un ave mucho más apacible que el resto de sus parientes, lo que lo convierte en la mascota ideal cuando tiene que vivir con humanos. No suelen ser muy sociables con otras aves, salvo con su pareja. En el caso de tener varias aves de esta especie, es normal que las parejas vivan aisladas en un hueco de la jaula.
Es hora de cuidar de un agapornis liliane, ¿qué hay que saber?
Aunque se trate de un ave que sea fácil de tener en cautividad, lo cierto es que necesita una jaula bastante grande, porque le gusta mucho moverse por dentro de esta de una percha a otra, así que requieren de bastante espacio. Digamos que de unos 60 centímetros más o menos. Además, esta tiene que tener barrotes horizontales en los que pueda apoyoarse para ver el exterior.
Es un ave aclimatada a temperaturas medias, de unos 15º C, pero en el caso de que se encuentre en una zona muy cálida no debe estar en un espacio que el sol le de todo el día y que tampoco reciba ráfagas continuas del aire. Así que hay que ubicarlas un lugar en el que resguardarse en el caso de vivir en una zona de temperaturas bajas.
Alimentarlo es fácil, porque come semillas de cualquier tipo, aunque su preferida es el panizo en rama. Lo mejor es darle una combinación de alpiste, mijo, avena, cáñamo, pipas y, por supuesto, panizo den rama, para que esté satisfecho. De vez en cuando una pieza de fruta, unas bayas o álsine blanco le vendrá bien para recibir vitaminas y nutrientes. En el agua se le puede añadir algún complejo vitamínico para que esté sano.
Aunque se trate de una buena ave de compañía, resulta muy difícil de criar. Los expertos todavía no han podido explicar el gran descenso de la población de esta ave, lo que hace que sean difíciles de conseguir. Es más, conseguir un agapornis lilian de anillo ocular blanco es bastante difícil y cuando ponen huevos, hay una alta tasa de huevos estériles y de alta mortalidad. Por lo que no es recomendable tener esta ave en casa si se es un criador inexperto.