Algunas aves son bastante bellas, porque tienen un plumaje tan colorido que parece hipnótico. Es el caso del zorzal colorado, una de las más hermosas dentro de la familia de los tordos.
Tiene otros nombres según su ubicación
Al zorzal colorado también se le conoce con el nombre de zorzal común o tordo de vientre rufo. Su nombre científico es Turdus rufiventris, y es una especie de ave paseriforme de la familia de los turdidae, siendo endémica de Sudamérica.
Más concretamente se encuentra en los bosques, montes y selvas de la zona sur, especialmente en Bolivia, Paraguay, Uruguay, el sur de Brasil y el centro de Argentina. En este último país, no fue sino hasta la mitad del siglo XX que comenzó a expandirse.
Fácil de reconocer por su vientre
Con un tamaño que oscila entre los 22-23 cm, y un peso que alcanza un máximo de 70 gramos, presenta un ligero dimorfismo sexual. Es una especie muy fácil de reconocer ya que, tal y como indica su nombre científico, la parte del vientre es de un tono rojo anarajnado en rufo.
La mayor parte del cuerpo es de un tono pardo oliváceo, salvo en la zona de la garganta, que tienen un tono más claro, como si fuera gris. La garganta es fina y los ojos cuentan con un anillo ocular en color amarillo. El pico es de un tono grisáceo hueso, mientras que las patas son más blanquecinas.
Por parte de la hembra, esta parece tener menos presencia de color rufo en la zona del vientre, pero es una diferencia tan poco notoria que no se podría considerar dimorfismo sexual. Se le han reconocido dos subespecies:
- Turdus rufiventris juensis: Subespecie que solo se encuentra al noreste de Brasil.
- Turdus rufiventris rufiventris: Subespecie nominal, la cuál reside en el este de Bolivia, el sur de Brasil, Paraguay, el norte de Argentina y Uruguay.
Especie muy urbana
La mayoría de miembros de la familia de los zorzales, quitando unos pocos que se han adaptado bien a la vida en la ciudad, suelen vivir en los interiores de los bosques. Sin embargo, el zorzal colorado se ha adaptado bien a la vida de la ciudad, habitando en parques y jardines, especialmente en ciudades como Buenos Aires. Esto ha hecho que su contacto con el ser humano sea más constante. Siendo una especie tan extendida, no está en situación de amenaza.
Poco tiempo después de la reproducción, la cuál tiene lugar entre julio y septiembre, la hembra construye un nido, en forma circular con forma de taza, de unos 12 a 15 cm de diámetro. Lo construye con unas fibras de vegetales, utilizando ramillas y hierbas tiernas para tapizar el interior. La puesta se compone de tres a cuatro huevos, en color blanco o en tonos celestes con pintas marrones.
Al igual que el resto de miembros de su familia, es una especie omnívora, por lo que su alimentación está compuesta de frutos e invertebrados. Los frutos, que forman parte de la base de su comida, los busca en los árboles. Generalmente son pequeños (más o menos del tamaño de una aceituna) que los puede consumir enteros. Cuando consume un fruto, las semillas no se las come, por lo que esparcen las semillas. Suele caminar por el suelo en busca de algún insecto, escarbando con sus largas patas.