No es nada agradable ir a un lugar dónde sabes que vas a conocer la fauna autóctona y que todo el mundo sea capaz de reconocer un ave y tú no, ¿verdad? Así pues, ¿por qué no averiguas más sobre el colibrí cabeza violeta y así no te sentirás perdido cuando lo veas?
Originario de América del Sur
El colibrí cabeza violeta, conocido con la comunidad científica como klais guimeti, forma parte de la familia de los trochilidae. Su hábitat son los bosques húmedos de tierras bajas, tanto tropicales como subtropicales, montañas húmedas y bosques que sean antiguos y estén degradados.
Principalmente se puede ver en Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú y Venezuela.
Si lo veo, ¿cómo lo reconozco?
Es un ave de pequeño tamaño que mide poco más de 8 cm y no llega a pesar más de 5 gramos. Es fácil de reconocer porque la cabeza y el cuello son de un color violeta o un azul intenso, según el ángulo y la luz del sol que haya en ese momento, con unas manchas blancas detrás de cada ojo.
Su lomo es de un color azul verdoso metálico, que también puede parecer un color verde bronce, con el pecho de un color verde que va desapareciendo según se acerca a su vientre gris. La cola es de color verde con manchas blancas grisáceas, mientras que sus alas son negras.
Existe un ligero dimorfismo sexual en la especie, puesto que la hembra tiene un color más opaco, con el tope de color azul, el lomo verde y el cuello, pecho y vientre de color gris. Sus alas y la cola tienen el mismo color que el macho. La mancha blanca detrás del ojo también está presente en la hembra.
¿Es bonito en libertad?
Ver a un ave como el colibrí cabeza violeta en libertad se podría considerar todo un gozo, sobre todo si es detectado en pleno proceso de apareamiento. Los machos cantas en arenas de apareamiento, que empieza en octubre, y se va intensificando hasta diciembre. El coro continua hasta la temporada seca, en las que desparecen las flores. Dichos grupos de apareamiento se encuentran entre 5 – 18 metros sobre la tierra.
El nido es fabricado por la hembra, una taza con forma musgosa. Es la encargada de cuidar los dos huevos que ponga, incubándolos durante dos o tres semanas hasta que nacen los polluelos. Tras su nacimiento, la hembra va a ser la encargada de darles el alimento que necesitan para sobrevivir hasta que alcanzan una edad adulta con la que poder abandonar el nido.
Su alimento principal es el néctar que obtiene de arbustos florecientes del sotobosque, pero de vez en cuando puede tomar algunos insectos con alas, para obtener nutrientes. En países como Costa Rica siente predilección por flores de la familia stachytarpheta.
Frente a otras especies de colibríes que están en peligro de extinción, esta se encuentra dentro del grupo de poca preocupación, ya que está muy extendida y tiene una gran habilidad para adaptarse a hábitats que hayan sido modificados por los seres humanos.
No obstante, su aspecto tan singular ha hecho que sea un buen objetivo para los cazadores furtivos y para el comercio ilegal de aves. Al contrario que otras especies de aves, la mayoría de los colibríes no están preparados para poder vivir encerrados en una jaula, pues no se adaptan bien a ese nuevo ambiente. Aunque haya poca preocupación por la gran cantidad de ejemplares que hay, está muy vigilado para evitar que pueda ser cazado.