Optar por tener una cotorra en casa es una decisión bastante importante, especialmente porque no todo el mundo está listo para tener esta ave en casa. No obstante, si quieres una que sea de sencillos cuidados, igual deberías apostar por la cotorra celestial.
¿De verdad es una cotorra?
Aunque forma parte de la familia de los loros y algunos la denominas cotorrita celestial, lo cierto es que su tamaño no hace pensar que podría formar parte de una especie que, por norma general, supera los 30 centímetros de longitud. Por eso la mayoría prefieren denominarla como perico esmeralda o Forpus coelestis.
Es un ave endémica de Perú y Ecuador, que suele vivir en zonas áridas, o poco arboladas, con matorrales en los que forma bandadas o grupos familiares para buscar alimentos.
Un aspecto muy hermoso
Se trata de una cotorra de pequeño tamaño, ya que mide entre 10 y 13 centímetros. Su plumaje es de un color verde liso, con ciertos tonos azulados. Su peso no suele superar los 50 gramos, más o menos.
Presenta un ligero dimorfismo sexual, ya que el macho tiene bien marcadas de azul las plumas y en el obispillo cuenta con una fina franja que se inicia de los ojos hacía la nunca. Por su parte, la hembra no tiene esas zonas azuladas debajo de las alas. Además, en muchas ocasiones se confunde a las hembras de esta especie con los loros de cabeza amarilla, porque son del mismo tamaño.
Su canto es silencioso y tiene un carácter muy tranquilo con los miembros de su misma especie. En o que se refiere a su relación con los seres humanos no se ha detectado grandes problemas a la hora de aclimatarse a la vida en cautividad.
Suele vivir una media de 20 a 30 años, habiendo pocos ejemplares que hayan superado la treintena, por lo que es un ave bastante longeva.
¿Qué hay que saber para cuidarla?
Se trata de un ave exótica que tiene que aclimatarse a los cambios de temperatura, ya que está acostumbrada a vivir entre 15 – 20 grados, más o menos. Su plumaje es hermoso, y resulta muy atractiva tenerla por casa. Algunos incluso han llegado a tenerla viviendo en libertad dentro de su piso, para que les dé un poco de alegría a su hogar, pues no suele ser un animal que dé muchos problemas.
Ave tranquila y silenciosa, siendo de las mejores opciones para tenerlos viviendo en casa. El forpus es bien conocido por ser un animal bastante solitario, pero lo cierto es que si se le da una pareja, estará mucho más contento. Y como su canto es tan bajo, apenas lo vas a escuchar cuando se ponga a cantar.
La alimentación de esta especie resulta bastante sencilla, ya que su alimento preferido es el panizo, pero hay que darle otros tipos de frutas frescas y verduras para evitar que engorde, pues las semillas grasas le producen sobrepeso.
Al contrario que otras aves, no es una que dé tantos problemas a la hora de reproducir en cautividad. Para empezar, como presenta un dimorfismo sexual evidente, no hace falta esperarse a una prueba de ADN para distinguir el sexo de los ejemplares. Además, solo hay que esperarse a que cumplan el año para comenzar a reproducirlos.
Hay que separar a los dos ejemplares en una jaula grande, con un buen nido de madera o darles los materiales para que sean ellos los que lo fabriquen. Cuando se hayan apareado, la hembra pondrá entre 3 y 6 huevos. Durante 18 días la hembra la incubará hasta que nazcan las crías, las cuáles se llevarán alrededor de un par de días de diferencia.
Al nacer las crías, estas dependerán totalmente de la madre, según sus necesidades. Estás crías estarás con los padres hasta cumplir el mes o mes y medio, momento en el que ya podrás separarla en un módulo aparte. Los forpus se pueden reproducir durante todo el año, pero no tienen que hacer más de 3 puestas al año, para evitar que la hembra acabe cansada o se ponga enferma. La alimentación de las crías también resulta ser bastante sencilla, por lo que no te darán muchos problemas.