¿Alguna vez habías oído hablar de la cotorra de Chapman? Dentro de la familia de las cotorras, lo cierto es que de las más típicas de tener como mascota en países de América del Sur. ¿Te gustaría tenerla como compañera?
¿De dónde es esta ave?
La aratinga alticola o como es conocida comúnmente, cotorra de Chapman, habita en selvas de montaña del centro-oeste de América del Sur, especialmente en Bolivia y Perú. En Perú se encuentra en el distrito de Anco, Provincia Churcampa y cerca de Cusco. En Bolivia vive en Aiquile y en el municipio de Pocona.
Habita altitudes superiores que las que habita el aratinga mitrata, pudiendo vivir en altitudes que van desde los 2150 hasta los 3400 msnm. Suele moverse mucho con el cambio de estación para buscar alimento, lo que hace que sea difícil determinar en que tipo prefiere vivir.
Físicamente, ¿cómo suele ser?
Es una cotorra de tamaño medio que suele medir alrededor de 30 centímetros. Se caracteriza por la coloración de su plumaje de color verde opaco que puede variar a verde azulado. La zona del dorso es un poco más oscura, igual que el lado superior de las alas y la cola, con muslos de un color verde más claro y las patas en un tono más oscuro.
La cabeza tiene en la zona de la frente una banda de color rojo pálido, con una base oscura y que cubre una superficie que puede llegar a los 16 mm. La región de la zona de los lores presenta plumas de color rojos, exhibiendo alrededor de los ojos algunas plumas aisladas de color rojo. En la zona de la colora tiene plumas de color verde, pero con amplios bordes en tonos negro-azulado. El pico tiene un color cuerno pálido. Cuando son jóvenes, tienen un tono más azulado en las plumas.
No presenta dimorfismo sexual, por lo que no existe un medio fiable con el que determinar el sexo del ave salvo por prueba de ADN. Aunque algunos criadores han declaro que la mejor forma de saber si es hembra o macho es con los huesos pélvicos del ave, que son más anchos en la hembra, o por el tamaño, ya que esta suele ser un poco más pequeña que el macho.
Su carácter suele ser bastante amigable con el ser humano, y dado que se ha acostumbrado a vivir cerca de este, no presenta muchos problemas para tenerlo en cautividad.
Si decido tenerlo, ¿cómo se cuida?
Lo primero de todo hay que tener claro que es un ave que va a requerir una gran jaula para poder moverse. Es cierto que su tamaño no es muy grande comparado con otras cotorras, pero le gusta mucho estirar las alas. Otra opción es correr el riesgo y tenerla en libertad por la casa, dejándola campar a sus anchas y que se acostumbre al contacto humano. Coge rápidamente confianza, por lo que siempre es una opción a tener en cuenta.
Su alimentación no podría ser más sencilla, ya que su menú debe estar compuesto por una mezcla de frutas, verduras y semillas. Aunque le encantan las semillas grasas como las semillas de girasol o los cacahuetes, hay que evitar dárselas con frecuencia, pues esto produce que pueda engordar. Las frutas y verduras pueden ser de cualquier tipo, siempre y cuando sean frescas y estén bien limpias para evitar que pueda tener parásitos. De vez en cuando hay que darle algún complejo vitamínico, con el objetivo de cuidar de su plumaje.
Su reproducción es mejor dejarlo en manos de criadores expertos. Para comenzar, se requiere de una jaula muy grande para que puedan estar ambos ejemplares, con un tronco grande en el que puedan construir el nido u ofrecerles un gran nido fabricado de manera casera. Cuando ponen los huevos, entre 4 – 5, la hembra es la que los va a incubar y esta será alimentada por el macho durante las tres/cuatro semanas que dure la incubación. Al nacer las crías, estas tienen que estar bajo el cuidado de los padres alrededor de dos meses, y luego ya se podrán cambiar a un módulo aparte para que aprendan a tener un poco de autonomía y se puedan juntar con otros pichones.