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Aves Exóticas

Cetia ruiseñor

cetia ruiseñor

Es cierto que de muchos miembros de la familia de los cetias apenas tenemos información. No obstante, sí que hay un miembro de la familia de la que se ha podido recabar un montón de datos. Se trata del cetia ruiseñor, del que podríamos decir que es como la especie nominal de todas ellas.

¿Por dónde vive esta especie?

También se la conoce con el nombre de ruiseñor bastardo, y el científico de Cettia cetti, siendo un ave paseriforme, de la familia Cettiidae que reside en Europa, el suroeste de Asia y el norte de África.

Se trata de una especie perimediterránea, no obstante, varios ornitólogos ubican a esta especie fuera de la cuenca del metirráneo, por lo que se podría decir que la especie se ha extendido hacía el norte de Europa. Un ejemplo de esto fueron las declaraciones de Eric Arthur Simms, quien ubicó a un ruiseñor bastardo en Bélgica en 1.964. No fue el único caso, pues en 1.970 se comenzaron a ver ejemplares en Gran Bretaña, Holanda, Alemania y Suiza. No obstante, años más tarde, los datos recabados señalaron que las poblaciones se habrían extinguido debido a los fuertes inviernos.

Sin embargo, Ward Hagemeiier y Michael Bair, en 1997, hicieron referencia a que la población podría seguir existiendo en Gran Bretaña, en Norfolk (al sureste de Inglaterra), en donde se encuentran protegidos por la Royal Society for the Protection of Birds.

En lo que se refiere a España, únicamente se encuentra presente la subespecie nominal, que está distribuida por gran parte de las comunidades autonómicas de la Península, e incluso en las islas Baleares. En Melilla no se ha encontrado nunca una, pero en 2001, los ornitólogos Jiménez y Navarrete apuntaron a que podría haber una en Ceuta.

¿Qué aspecto tiene?

Es una especie de tamaño medio dentro de su familia, con 13 a 14 cm de longitud, una envergadura de 15 a 19 cm y un peso que oscila entre los 12-18 gramos. No presente dimorfismo sexual, siendo tanto el macho como la hembra son iguales en colorido y aspecto, con un plumaje de color pardo.

Pero, ¿existe una forma de diferenciarlos? Lo cierto es que si: con el tamaño de las alas y la cola. Según los registros, el macho nunca ha tenido una medida inferior a 60 mm de longitud alar, mientras que la hembra no ha sobrepasado nunca los 55 mm. Con esta pequeña técnica, se pueden sexar los ejemplares del cetia ruiseñor.

Cuenta con listas superciliares en forma de pequeñas rayas de color blanco sobre los ojos, con un pico fino con la mandíbula superior en color gris y la inferior en un tono castaño pardo. La parte inferior de la boca es de un color amarillento, con las patas de un color rosáceo pardo. El color de su iris es de un tono pardo, aunque algunos lo describen como un tono marrón o sepia oscuro. La cola es larga, y redondeada con un total de 10 plumas, contando con dos menos que el resto de los paseriformes.

El color base de esta especie es un tono pardo rojizo, desde la cabeza hasta la cola, mientras que el resto de colores que presenta en su cuerpo no están delimitadas, teniendo un aspecto con un poco de uniformidad. La garganta y el centro del vientre es de un color blanquecino, con el pecho y los flancos en pardo, entre un gris y castaño. Se ha detectado que tiene cierto parecido con algunas especies de la misma familia, pero de otros géneros, como el carricero común o la buscarda unicolor. Si no son observados detenidamente, no es raro confundir las especies.

ruiseñor bastardo

Cuenta con dos subespecies:

  • Cettia cetti cetti: Esta es la subespecie nominal, la cual se extiende por Europa, desde la Península Ibérica hasta Rusia, en el noroeste de África, el oeste de Turquía y Creta.
  • Cettia cetti orientalis: Subespecie que, como indica su propio nombre, se extiende por la zona oriental de Europa, más específicamente en Asia menor, el Cáucaso y las costas septentrionales del mar Caspio.

¿Qué sabemos sobre esta especie?

¿Preparado para aprender muchas cosas sobre el cetia ruiseñor? Es una especie que ha sido observada por casi 100 años, así que son muchos los datos que tenemos de ella.

Cettia Cetti

¿Cuáles son sus movimientos migratorios?

Los estudios han revelado que se trata de una especie bastante sedentaria. No obstante, sí que realiza pequeños movimientos migratorios, de distancias muy cortas, buscando un clima más favorable cuando llega el invierno. Se ha observado, como curiosidad, que estos movimientos los realizan los ejemplares más jóvenes y las hembras, llegando a lugares que se encuentran fuera de su área de crías. En otoño, por ejemplo, es fácil encontrar ejemplares de estas aves en Formentera y Cabrera.

¿Cuál es su hábitat?

Es una especie que prefiere los ecosistemas del clima mediterráneo. Aunque, dentro de esta zona, se distribuye por diversos, aunque similares, tipos de hábitats, puesto que establece su hogar cerca del agua, tanto en arroyos, ríos como lagunas y charcas.

Durante los meses de primavera prefiere vivir en espacios de vegetación ribereña densa, en zonas con el agua más o menos pura, así que no es raro encontrarlos en acequias. Pero, durante el otoño, se aleja de los cursos fluviales, aunque no mucho. El área en el que se encuentran suele ser con una vegetación enmarañada, o zonas de vegetación arbustiva densa como los sotos, cañaverales y carrizales, que suelen encontrarse en las orillas y zonas pantanosas.

Es raro verlo en terrenos totalmente despejados. También parece tener especial predilección por las fresnadas, zarzales y regadíos. No supera los 1000-1200 msnm, por lo que nunca se encuentra en zonas montañosas.

¿De qué se alimenta?

Es una especie insectívora, por lo que se alimenta de insectos, larvas, arañas, gusanos, moluscos y, alguna vez, semillas. Por norma general, prefieren los insectos con un cuerpo más “blando”, no capturando insectos que cuenten con una cubierta quitinosa.

Cuando salen a cazar, se mueven de manera inquieta de un lugar a otro entre la vegetación, buscando el alimento tanto en el suelo como entre las ramas y hojas de los árboles. En el caso de que les cueste encontrar insectos, cosa que generalmente sucede en invierno, complementa su alimento con semillas y, muy rara vez, con algunos frutos silvestres.

En España, Ismael Camacho y José A. Hódar hicieron un pequeño experimento en una localidad del sur, en la que constataron 24 especies diferentes de las que se podría alimentar esta ave. También contrastaron que estas formarían las dos terceras partes de las especies de las que se alimentan. Los especímenes que ingirieron eran de la familia: aranae, opiliones, hermiptera, neuróptera, carabidae, coleoptera y formicidae.

La reproducción

Cuando cumplen un año de edad, el cetia ruiseñor ya está perfectamente capacitado para realizar la primera reproducción, la puesta y la cría. La época de cría varía según de la zona en la que se encuentre, pero esta suele tener lugar durante el mes de mayo, construyendo el nido a mediados de abril. La hembra es la que se ocupa de fabricarlo.

Estos nidos son construidos con una forma de cuenco profundo, y de pequeño tamaño. Los materiales utilizados son hierba fina, hojarasca pequeña, utilizando pelos para recubrir el interior, plumón de sauce, crines, hierba fina, racillas y alguna pluma de la madre. Por norma general, los nidos se ubican cerca de una orilla de un rio, o cualquier curso fluvial, a unos 50 cm como máximo de altura, para que la vegetación espesa les sirva de protección. No obstante, en algunas zonas, como en marismas y otras zonas húmedas, los nidos pueden estar a mayor altura, un metro del suelo aproximadamente, especialmente los construidos en carrizos, cañas y cualquier otro tipo de vegetación.

Por norma general, la puesta se compone de 4 a 5 huevos, muy rara vez es solo de tres salvo que se trate de una puesta temprana o de una segunda puesta. Los huevos tienen un tamaño de 18×14 mm, con un peso de unos 1.8 gramos.  El color de los huevos es de un rojo ladrillo con unos matices que puede ser de un tono rosado a un rojizo oscuro. El proceso de incubación es de 12 a 17 días, por parte de la hembra la mayoría del tiempo. El macho la sustituye en pequeños periodos de tiempo. La tarea del macho es la de vigilar el territorio.

Una vez que han nacido las crías, la hembra será la encargada de alimentarlas, que son altriciales y no abandonarán el nido hasta haber cumplido 11 días de vida. Aunque, si la zona es segura, y no hay amenazas cerca, estas pueden permanecer hasta tres semanas en el nido.

¿Cuál es su estado de conservación?

Es una especie con una considerable distribución a lo largo de todo el mundo, siendo una de las más importantes de la población mundial. Según las últimas estimaciones de Birdlife International, en 2009 la población de esta especie a lo largo del mundo podría ser de 5 a 20 millones de ejemplares.

¿Y su estado de conservación? Los últimos datos que tenemos también vienen del año 2009, y según los estudios, es una población que tiende a ir en aumento, aunque no pueden asegurar que la especie disminuya con rapidez en los próximos 10 años. Es más, se estimaría que el descenso no sería muy llamativo, ya que tan solo se perderían poco más de 10.000 ejemplares adultos en los próximos 10 años, lo que no afectaría siquiera a un 10% de la población. Es por ello que la especie se encuentra como calotada como especie de preocupación menos es la Lista Roja de la UICN.

¿Cuántos de estos ejemplares se encuentras en España? La respuesta la tenemos en el Atlas de aves reproductoras escrito por Ana Bermejo, basado en diferentes fuentes. La población mínima en España de esta especie sería de unas 97.043 aves, aunque se cree que falta un 21% de las cuadriculas en donde se ha citado esta especie, asi que podría superar fácilmente los 100.000 ejemplares en la Península Ibérica. Además, este atlas señala que la anterior estimación realizada por Purroy en 1197 era errónea, que tan solo indicaba que la población era de 18.000 a 19.000 parejas. Durante aquella época se estimó que en Palencia habría unas 10.000 parejas nidificantes según los datos de Jubete, mientras que Román en 1996 estableció que en Burgos habría unas 10.000 parejas, unos datos que contradijeron la estimación de Purroy.

Se cree que esta especie ha experimentado una expansión importante a lo largo del siglo XX, incrementado así su área de distribución. En lo que se refiere a su estado de conservación en España, esta especie se encuentra catalogada como especie de Interés Especial en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, del 5 de abril de 1990 y normalizado en el Real Decreto 439/1990. Además, en el Libro Rojo de los Vertebrados de 1992 aparece como una especie no amenazada.

¿A qué amenazadas se enfrenta esta especie?

Claramente, se enfrenta a la continua destrucción y degradación de su hábitat por parte del ser humano, sumado a la contaminación. Así pues, España sería uno de los países en donde podría haberse visto más diezmada su población.

Tanto Jubete como Purroy aseguraron en 1997 que, en España, la destrucción de los bosques ribereños, como las alisedas y mimbreras, o cualquier otro tipo de espesura en los márgenes, los incendios incontrolados y la limpieza del sotobosque son las principales amenazadas contra esta especie, así como el uso de los biocidas.

A todo esto, hay que añadir un principal factor de amenaza: los inviernos rigurosos en la Península. En 1985, el ornitólogo Simms publicó que las poblaciones del cetia ruiseñor no podrían sobrevivir en las condiciones duras y extremas del invierno, siendo una de las principales causas de mortalidad. Claro que, dado que los ejemplares más jóvenes migran durante esta estación, las poblaciones se recuperan cuando llega la primavera.

¿Qué si se han tomado medidas para reducir la disminución de las poblaciones? Por supuesto, entre las que destacan las propuestas para el manejo y uso adecuado de las masas de agua, los cursos fluviales, canales y acequias, asi como también la lucha por conservar las riberas y la vegetación arbustiva que sirven como separación de cultivos y campos.

¿Es una especie que se podría tener como mascota?

No, es imposible tener a un ruiseñor bastardo como mascota. Para empezar, es una especie de carácter muy nervioso, y que no soporta para nada estar encerrado. Tenerlo dentro de una jaula le provocaría estrés, y a los pocos días moriría. En el caso de encontrarse a un miembro de esta familia herido, se le puede hacer un pequeño tratamiento en casa, pero habría que llevarlo al veterinario para que se hicieran cargo de él.

Al igual que sucede con otros miembros de su familia, no es raro que se asienten en jardines de casas que se encuentren cerca de una fuente de agua. En estos casos, se les puede ayudar facilitándoles el alimento, como semillas o algunos tipos de insectos. En los campos, en el caso de que estén, es mejor ofrecerlas semillas a intentar echarlos del terreno. Facilitándoles las semillas también se evita que picoteen los frutos que se estén cultivando para conseguirlas.